domingo

De mi llegada a Monte Hermoso.

 Cuando decidí venirme a vivir a Monte Hermoso imaginaba que aquí iba a encontrar la tranquilidad, no me equivoqué. Toda mi vida en una gran ciudad como Córdoba, capital hizo que me replantee el tema de vivir tan agitado, a las corridas, el estrés que ello implica, hasta dónde  valía la pena seguir haciéndolo. Lo material no vale nada cuando la tranquilidad  falta. En Córdoba tenía mucho trabajo, no me alcanzaban las horas del día para cumplir con los clientes, en verano la instalación de aires acondicionado, en invierno el tema del gas (soy matriculado en las dos actividades). Hoy me siguen llamando a diario los clientes de Córdoba para que tal cual instalación, mucho se sorprenden cuando les digo que ya no vivo allí.
 Sí, es verdad, Monte Hermoso aún no me conoce, quizás sea por eso que la oferta laboral no sea tan grande, pero todo llega, todo. No estoy apurado, porque con mi hacer en el trabajo iré demostrando que lo que hago lo sé hacer, sin errores, sin falencias y con responsabilidad.  
Amo la paz encontrada en Monte Hermoso, de aquí no me voy. Agradezco tanto a quienes se abrieron generosamente en un primer momento de recién llegado aquí, como por ejemplo Titina, Hugo y Patricia, Viviana, Cristina, Alicia y tantos otros.
Apenas comienzo a caminar, pero ese caminar es con paso seguro en este mar gigante que representa las relaciones humanas. Tengo mucho para entregar, pero sé que es mucho más lo que recibiré de los ciudadanos de Monte Hermoso.
A todos: ¡Gracias por su amistad!